Enric Llopis
Dicen que a las mujeres de la Organización Femenina Popular (OFP) de Barrancabermeja es más fácil cortarles la cabeza que las ideas. Porque hace falta mucha perseverancia, casi tozudez, en unas ideas para conservar la llama de la lucha en una ciudad como Barrancabermeja, capital de la región del Magdalena Medio, uno de los puntos más calientes de Colombia y no sólo por sus tórridas temperaturas (con medias de 40 grados anuales), sino sobre todo por la violencia con la que históricamente se ha escenificado el conflicto armado.
Rebelión
Dicen que a las mujeres de la Organización Femenina Popular (OFP) de Barrancabermeja es más fácil cortarles la cabeza que las ideas. Porque hace falta mucha perseverancia, casi tozudez, en unas ideas para conservar la llama de la lucha en una ciudad como Barrancabermeja, capital de la región del Magdalena Medio, uno de los puntos más calientes de Colombia y no sólo por sus tórridas temperaturas (con medias de 40 grados anuales), sino sobre todo por la violencia con la que históricamente se ha escenificado el conflicto armado.
En
Barrancabermeja puede rastrearse sin mayor problema la huella de la
guerra civil que devasta Colombia desde hace décadas. En el Magdalena
Medio –región rica en agroindustria (palma africana), ganadería y sobre
todo petróleo- surgieron las bandas paramilitares; se rubricó la gran
alianza entre gobierno, narcotraficantes, paramilitares y
multinacionales que vertebra la historia contemporánea de Colombia; y a
mediados de los 80 del siglo pasado emergieron las guerrillas del ELN y
las FARC. Todos los actores de un conflicto que sobrevive hasta hoy.
Siempre el petróleo. Son los hallazgos del “oro negro” los que
impulsaron la fundación de una ciudad muy marcada en sus orígenes por
los intereses de la Texaco; incluso hoy, Barrancabermeja acoge la
refinería más potente de Colombia, en manos de la estatal Ecopetrol; y
buena parte de la economía de esta ciudad que ronda los 200.000
habitantes (con muchas oscilaciones por los desplazamientos) gira en
torno a la industria petroquímica. Las condiciones lamentables de una
economía basada en la pura extracción derivaron en un hervidero de
protestas sociales durante las primeras décadas del siglo XX. De hecho,
Barrancabermeja exhibe una de las historias de sindicalismo
reivindicativo más meritorias de Colombia.
Fueron muy sonadas
entonces, por ejemplo, las movilizaciones de prostitutas. Hoy recoge el
testigo la Organización Femenina Popular que, tras sobrevivir al asedio
de ejército y paramilitares (que aún continúa), cumple este año su 40
aniversario “en un proceso organizativo, social y político de mujeres
basado en la resistencia activa no violenta, para defender sus derechos
de clase y género; la autonomía como mujeres y como sujetos de derechos;
y la civilidad inspirada en modelos democráticos”, según proclaman.
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